jueves, 9 de marzo de 2017

CUERPOS SIN EDAD, MENTES SIN TIEMPO.

Somos las únicas criaturas de la tierra que pueden cambiar su biología por lo que piensan y sienten. 

Sería imposible aislar un solo pensamiento, una sensación, una sola creencia  que no algún efecto sobre el envejecimiento, directa o indirectamente. Nuestras células escuchan constantemente a nuestros pensamientos y se ven cambiados por ellos. Un ataque de depresión puede causar desastres en el sistema inmunológico; enamorarse puede fortalecerlo. La desesperación y la falta de esperanzas aumentan el riesgo de sufrir ataques cardíacos o contraer un cáncer, acortando así la vida. El gozo y la satisfacción nos mantienen saludables y prolongan la vida.
Esto significa que no es posible trazar con certeza la línea entre biología y psicología. el recuerdo de una tensión, que es sólo una brizna de pensamiento libera el mismo torrente de hormonas destructivas que la tensión en sí.

En un estado esencial el cuerpo está compuesto de energía y de información, no de materia sólida. Esta energía e información es un afloramiento de infinitos campos de energía e información que abarcan el universo. La mente y el cuerpo son inseparablemente uno. La unidad que soy yo se separa en dos corrientes de experiencia. Experimento la corriente subjetiva como ideas, sentimientos y deseos y experimento la corriente objetiva como mi cuerpo.
La bioquímica del cuerpo es un producto de la conciencia. 
Creencias, pensamientos y emociones crean las reacciones químicas que sostienen la vida en cada célula. si cambias tu percepción, cambias la experiencia de tu cuerpo y de tu mundo.

La inteligencia es mucho más flexible que la máscara de materia que la oculta. la inteligencia puede expresarse por igual como pensamiento o como molécula. Una emoción básica como el miedo se puede describir como sensación abstracta o como tangible molécula de la hormona adrenalina. sin la sensación no hay hormona, sin la hormona no hay sensación. De la misma forma, no hay dolor sin las señales nerviosas que transmiten el dolor, no hay alivio para el dolor sin las endorfinas que se ajustan a los receptores del dolor para bloquear esas señales. 
La revolución que llamamos medicina mente-cuerpo se basó en este simple descubrimiento: "Donde quiera que va un pensamiento, un elemento quimico lo acompaña" . Este esclarecimiento se ha convertido en una herramienta poderosa que nos permite comprender, por ejemplo, por qué las viudas recientes tienen dos veces más probabilidades de desarrollar un cáncer de mama, o por qué las enfermedades son cuatro veces más probables en los depresivos crónico. En ambos casos, los estados de aflicción mental se convierten en los bioquímicos que crean la enfermedad. Debemos llegar a la conclusión de que el cuerpo es capaz de producir cualquier respuesta bioquímica, una vez que la mente recibe la sugerencia adecuada. 
Lo que nos enseña el nuevo paradigma es que las emociones no son hechos fugaces, aislados en el espacio mental, son expresiones de la conciencia, materia fundamental de la vida.

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