miércoles, 13 de septiembre de 2017

¿Qué es lo que nos motiva?



En el mundo actual en el cual vivimos, estamos en un constante devenir de circunstancias que, muchas veces, nos sumergen en la inercia. El camino de la inercia es claro y conciso: nos dejamos llevar por las circunstancias y acabamos actuando de manera rutinaria


¿Acaso pensamos en qué nos lleva a actuar de una manera u otra? ¿Cuáles son los verdaderos motivos que nos encaminan en la dirección que tomamos? ¿Cuáles son los motivos que nos llevan a actuar tal como lo hacemos? Conocer cuáles son los motivos que nos guían nos sirve para conocer realmente qué es lo que nos lleva a tomar ciertas decisiones o porqué nos decantamos por una elección u otra.

A veces, nuestra propia obcecación nos nubla cuáles son los motivos verdaderos y actuamos de manera equivocada, debemos reflexionar cuáles son las  motivaciones que impulsan nuestras decisiones. Conocer nuestras motivaciones es conocernos como personas. Es el camino del autoconocimiento.

ENCONTRAR LA MOTIVACIÓN
Cualquier momento del año es un bueno para revisar dónde estamos y todo aquello que querríamos mejorar o lograr. Solemos estar llenos de firmes propósitos para hacer realidad nuestros deseos, pero que tengamos esa voluntad no es garantía de ponernos en marcha, de modo que la motivación se convertirá en la fuerza impulsora que señale nuestra dirección y sostenga nuestra fuerza para proyectarnos hacia ella, en definitiva es lo que hará que podamos mantenerlos o dejarlos en el rincón del olvido.
Aunque fantaseemos que sería maravilloso vivir siempre estimulados a hacerlos realidad y a mantenernos espontáneamente motivados, en ese estado en el que parece que todo fluye y se encamina hacia una realización donde las satisfacciones no dejan de producirse; todos hemos experimentado, en mayor o menor medida, el desaliento y sabemos que ese impulso no es perenne, sino que tiende a fluctuar por el poder de las emociones. Así es, aquello que nos mueve –a diferencia de la voluntad – tiene una base afectiva y emocional que lo conecta con las experiencias vividas en nuestro pasado, así como con nuestras expectativas de futuro y que, a menudo, no es ni siquiera consciente.
Hay dos tipos principales de motivación: la intrínseca y la extrínseca.

La motivación intrínseca tiene que ver con objetivos personales, como la autosuperación o la sensación de placer.

Las personas motivadas internamente actúan sólo por el placer que les produce la acción en sí misma y no por recompensas externas derivadas; su comportamiento es motivado por el deseo de mejorar y por la satisfacción de hacer las cosas bien hechas.

La motivación extrínseca se genera por influencias externas a la persona, es decir, se actúa con el objetivo de conseguir algo, ya sea obtener un premio o evitar un castigo.

La personas motivadas extrínsecamente orientan su conducta a obtener buenos resultados; pero con frecuencia les acompañan sentimientos de tensión, presión y ansiedad; bien por obtener una recompensa externa, o bien por evitar ser castigado tras una mala conducta.
            


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